Autor:
Eduard Rodés
Director, Escola Europea – Intermodal Transport
Fecha: 02.02.2021
Lectura: 13 min.
Introducción
El concepto de sostenibilidad, aunque abierto a muchas interpretaciones, puede entenderse basado en dos elementos. El primero es la red de transporte que, a nivel europeo, está estructurada fundamentalmente por el trabajo realizado en los últimos años por la Comisión Europea (CE) sobre la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T) y que condiciona necesariamente la de sus países vecinos y, por tanto, países mediterráneos. La red de transporte es una de las tres redes fundamentales para el desarrollo económico y social. El segundo elemento lo forman las redes de energía y telecomunicaciones, que son elementos del proceso de digitalización. La red de transporte depende de las otras dos, tanto en términos de eficiencia como de sostenibilidad.
Los esfuerzos para avanzar en el concepto de sostenibilidad se basan en la aprobación de la Agenda 2030 por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2015, estructurada por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El desarrollo sostenible no puede entenderse sin tener en cuenta simultáneamente la interrelación entre los diferentes objetivos. No sería prudente dedicar más tiempo en este artículo a analizar los aspectos relacionados con el Objetivo 13, sobre cambio climático, o el Objetivo 9, que trata de la industria, la innovación y la infraestructura, ya que dependen en gran medida de los otros 15 objetivos y sus interacciones mutuas. Lo más probable es que el problema a resolver no sea la contaminación o la sostenibilidad, sino las consecuencias que estamos enfrentando de nuestras acciones en los dos últimos siglos. El problema de fondo es nuestra forma de vida y los hábitos que hemos adquirido. Aquí es donde la pandemia del COVID-19 ha obligado a nuestras sociedades a mirarse en el espejo. Ahora se puede entender que es posible otra forma de organizar nuestras sociedades y que todo es más efímero y frágil de lo que se pensaba.
La sostenibilidad se ha convertido en uno de los factores críticos en la configuración de las políticas de todos los países. Naciones Unidas, con su iniciativa Agenda 2030, y la Unión Europea (UE), con el Green Deal, han marcado el rumbo hacia una sociedad baja en carbono en 2050. El COVID-19 ha reforzado aún más la necesidad de llevar a cabo esta revolución de la sostenibilidad. El camino por delante no será fácil e inevitablemente conducirá a cambios drásticos en la configuración del sector del transporte y la logística.
Un mundo en transición
El COVID-19 apareció en medio de un período de fuerte transición. El tiempo dirá si hay un cambio de ciclo, dejando atrás el período del silicio y la información, y se avanzó hacia la robótica, la inteligencia artificial y los modelos de simulación en entornos virtuales. Ahora, los sistemas que estamos desarrollando están preparados para agregar muchos más datos de los que hemos tenido. Los programas pueden analizarlos y simular escenarios en los que basar decisiones, con mucha más precisión de lo que hubiéramos podido conseguir sin su ayuda. Esta transición se está produciendo en las tres redes previamente identificadas (transporte, energía y telecomunicaciones) y como resultado de su evolución.
La Transición Energética
El Mediterráneo, como el resto del mundo, se enfrenta a la necesidad de buscar fuentes de energía renovables. El consumo de hidrocarburos y energía producida con combustibles fósiles está llegando al final del ciclo. Los gobiernos enfrentan la necesidad de buscar alternativas que mantengan la actividad económica al tiempo que se reduce el impacto ambiental de las emisiones. La eficiencia energética y la progresiva penetración de las energías renovables deben permitir la reactivación económica a corto plazo y, al mismo tiempo, permitir la consolidación de la cadena de valor asociada a su despliegue. También son los pilares de la descarbonización, que da un impulso al resto de sectores al tiempo que mejora la competitividad empresarial e industrial a través de una senda de precios a la baja.
La transición energética también promueve la implantación y el desarrollo de nuevas tecnologías, fundamentales para gestionar la demanda de electricidad y la seguridad del suministro con un sistema 100% renovable, en un segmento industrial en el que el Mediterráneo tiene potencial para adquirir posiciones de liderazgo.
El desarrollo de plantas híbridas permite una mayor flexibilidad. En un mismo sistema pueden coexistir diferentes tipos de tecnologías, lo que ya se puede ver, por ejemplo, en plantas de energía eólica que utilizan paneles solares. En tales casos, la energía se puede distribuir utilizando el mismo punto de conexión y la capacidad de acceso ya otorgada, siempre que se cumplan los requisitos técnicos.
Según el Observatoire Méditerranéen de l’Energie (OME), “se estima que para 2040 la demanda de energía per cápita aumentará en un 62% en los países del sur y este del Mediterráneo (utilizando 2018 como año de referencia). La región mediterránea también está experimentando una intensa industrialización y crecimiento del turismo, lo que ejerce una presión adicional sobre los recursos energéticos disponibles” (UpM, 2019).
Estos desafíos regionales, si se abordan adecuadamente, pueden convertirse en oportunidades comerciales que pueden contribuir a una transición energética sostenible. El Mediterráneo es rico en fuentes de energía renovables, como el viento, el sol y el agua. Por lo tanto, tiene el potencial de promover la transición a sistemas energéticos más sostenibles y con bajas emisiones de carbono. También existe el potencial de aumentar la eficiencia energética mediante el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan, por ejemplo, el ahorro y el almacenamiento de energía. Además, el desarrollo de las interconexiones de transmisión de gas y energía conducirá a la integración progresiva de los mercados de energía en la región, lo que es una oportunidad para que los países aborden mejor los desafíos de seguridad energética.
El problema se aborda desde diversas perspectivas dependiendo de la «comunidad» desde la que se analiza. La más visible en la actualidad es la ciudad, que actualmente está atravesando un proceso de cambios significativos debido a la evolución de la distribución provocada por el rápido crecimiento del comercio electrónico (acelerado aún más por el COVID-19).
Los puertos han iniciado cambios decididos hacia una transición energética en sus territorios. Esto ha llevado al surgimiento de profesiones como los oficiales a cargo de la transición energética. Los programas de trabajo pasan por los diferentes elementos que componen el consumo energético y sus fuentes de producción.
La primera cuestión es un marco legislativo que se ha desarrollado para forzar la transición manteniendo una cierta tasa de despliegue. Un segundo punto se relaciona con las políticas de ahorro y eficiencia, ya que son aspectos que se pueden aplicar de forma inmediata y con excelentes resultados si se utilizan correctamente. Un tercer tema se relaciona con las fuentes de energía y, en los últimos años, ya se han realizado cambios importantes en este sentido. El gas ha tenido un papel protagónista en los últimos diez años y durante este período se han construido barcos a gas, se han desarrollado sistemas de suministro para camiones y se han establecido algunas pruebas con maquinaria portuaria.
Uno de los aspectos críticos que condicionan el proceso de implantación de combustibles bajos en azufre y bajas emisiones de CO2 es la posibilidad de que el Mediterráneo sea declarado Zona de Control de Emisiones (ECA). Este es uno de los escenarios de cambios más rápidos para el futuro. El Mediterráneo será un área ECA a más tardar en 2024, como se decidió en la reunión de las Partes Contratantes del Convenio de Barcelona (COP21) celebrada en diciembre de 2019 en Nápoles. El acuerdo dará lugar a la presentación de la propuesta en el Comité de Protección del Medio Marino (MEPC) de la Organización Marítima Internacional (OMI) en 2022.
Este es un desafío importante para las compañías navieras, que llevan años trabajando en los aspectos de reducción de emisiones. En 2018, la OMI adoptó la Resolución 304 (72) sobre la estrategia inicial para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los buques, que establece una reducción del 40% para 2030 y del 70% para 2050. La vida útil de un buque es aproximadamente 30 años, por lo que los tiempos deben calcularse teniendo esto en cuenta (OMI, 2018).
Las grandes familias de combustibles de hoy también están en transición. El gas natural licuado está evolucionando hacia el biometano y el hidrógeno, el biodiésel hacia los biocombustibles de segunda y tercera generación, el gas licuado de petróleo hacia el biogás y el bioetanol hacia los sintéticos. En todos los casos, será necesario que los barcos dediquen más espacio al almacenamiento, ya que la potencia energética es menor, y necesitarán una cantidad mayor para un resultado similar al que se logra con los combustibles tradicionales.
El transporte marítimo en el Mediterráneo se considera “Short Sea Shipping”, que a su vez representa el 80% de la flota mundial y uno de los principales contribuyentes a la calidad del aire en las ciudades portuarias. Los puertos del Mediterráneo se ubican generalmente en las grandes ciudades y operan junto a ellas, buscando un equilibrio entre las ventajas de tener un puerto que preste un servicio y las desventajas de las operaciones portuarias. Lo que está claro es que Short Sea Shipping se configura como una red en la zona en la que opera. Los barcos del sur del Mediterráneo trabajan con los países del norte y viceversa. Por tanto, la normativa que se implante afectará necesariamente a prácticamente todas las operaciones. Parece claro que los gobiernos utilizarán medidas coercitivas para forzar un movimiento rápido hacia soluciones neutrales en carbono.
En la actualidad en España, el gas está a la vanguardia con una infraestructura preparada que permitirá llegar al 2035 sin necesidad de invertir en este concepto. Para los operadores resulta rentable porque deben soportar una importante inversión inicial para adaptar sus barcos. Aun así, el costo del combustible es más económico, lo que permite un retorno de la inversión en un tiempo relativamente corto.
En los últimos meses, el hidrógeno ha ido ganando terreno como alternativa a los combustibles tradicionales en el transporte marítimo por varios motivos. Es abundante y está disponible en todas partes. En una pila de combustible, los residuos generados son O2 y agua. Como combustible, tiene cero emisiones, no es tóxico, no es un gas de efecto invernadero, se puede producir a partir de recursos renovables y es una fuente de otros combustibles como los e-combustibles y los combustibles azules. Tendremos que acostumbrarnos a nuevas nomenclaturas como el «hidrógeno verde» producido a partir de energías renovables o el «hidrógeno azul» generado a partir del gas, lo que genera CO2 en el proceso de producción con el que es capturado y almacenado en depósitos subterráneos. El hidrógeno tiene la desventaja de ser difícil de almacenar y transportar, e involucra elementos complementarios como amonio, etanol y octano. El amoniaco destaca por ser una sustancia que no contiene carbono en su molécula y por tanto no genera emisiones de CO2 durante su reacción de descomposición, además de ser el segundo compuesto químico más producido a nivel mundial después del ácido sulfúrico.
Actualmente se están realizando investigaciones para la posterior descomposición del amoniaco para su uso con catalizadores. Entre ellos se encuentra el grafeno, que por sus características podría ser un candidato ideal. Desde el punto de vista mediterráneo, está claro que las fuentes de energía basadas principalmente en la energía solar y el gas proporcionan una ventaja competitiva significativa, ya que los cambios que se esperan que se produzcan son relativamente rápidos.
La Transición Digital
Para comprender lo que está sucediendo en los sistemas de telecomunicaciones, vale la pena analizar el papel que han jugado durante la pandemia. Ya no se trata de ver cómo evoluciona la tecnología en el campo de las comunicaciones y cómo nos afectará. Se trata de darnos cuenta de que la sociedad se ha reestructurado en torno a una forma diferente de entablar y mantener relaciones, impulsada en este momento por la pandemia, y que, asumimos todos, seguirá siendo una nueva forma de interacción. La pandemia ha acelerado la transición digital, reconfigurando así las relaciones humanas y ambientales. A expensas de la proximidad, se han mejorado algunas interacciones y se ha reducido nuestro impacto medioambiental. Durante este período, se ha mantenido con éxito un nivel razonablemente alto de actividad educativa. Se han apoyado proyectos internacionales, mucha gente ha teletrabajado, y la realidad es que parece que bastantes seguirán haciéndolo, aunque sólo sea parcialmente, en el futuro previsible (si no para siempre). Curiosamente, nada de esto hubiera sido posible sin un desarrollo significativo en la digitalización.
Dos claras consecuencias de esta pandemia han sido la drástica reducción de la movilidad y el aumento exponencial del comercio electrónico y las ventas puerta a puerta. Todo fue posible, basado en un sistema de trabajo apoyado en la telemática y la digitalización de la documentación e información asociada. Todo lo que se estaba desarrollando en el mundo del transporte se ha acelerado rápidamente y, donde antes todos ponían obstáculos en el camino, ahora todos buscan soluciones. Si algo se podía hacer telemáticamente, se hacía, ya fueran juntas administrativas o reuniones familiares. Algunos cambios serán más disruptivos, como la tecnología 5G que permitirá intercambios de información en tiempo real. Esto es comprensible ya que no habrá latencias en las comunicaciones. Esto está vinculado al importante desarrollo de los procesos robóticos.
Otro aspecto esencial vinculado a la red energética es su gestión y uso. El concepto de » Red eléctrica inteligente» se basa en una forma de gestión eficiente de la electricidad que utiliza tecnología informática para optimizar la producción y distribución de electricidad, para equilibrar mejor la oferta y la demanda entre productores y consumidores, y para mejorar la seguridad y la calidad del suministro siguiendo los requisitos de la era digital. Una mejor gestión energética permitirá crear comunidades energéticas que auto gestionen su producción y consumo. En el propio Port de Barcelona se están considerando iniciativas en esta dirección, pero la idea va más allá. Esta capacidad de conocimiento y gestión que permite un mundo informatizado da lugar a diferentes sistemas de gobernanza, dependencia y resiliencia. Afortunadamente, no se trata de tecnologías de difícil acceso para los países de la cuenca mediterránea, que ya cuentan con la energía y el know-how necesarios.
La digitalización tiene un impacto fundamental en el transporte. Los avances en los sistemas de cartografía digital, la gestión de flotas de transporte y el desarrollo de redes de gestión de la movilidad están transformando su panorama. Cada sistema de transporte tiene su red. Para el transporte terrestre, la Comisión Europea está trabajando con el «Sistema de Transporte Inteligente», que permite un sistema integrado de información para el tráfico, la seguridad, la eficiencia y la sostenibilidad. En definitiva, se trabaja en la gestión eficiente de la red de transporte basada en la recogida masiva de datos y la interacción con los propios vehículos y conductores.
En el mundo marítimo, la Safe Sea Net, el control del tráfico de buques en aguas de la UE, gestionado por la «Agencia Europea de Seguridad Marítima», está ganando importancia. A través de él, es posible monitorear el movimiento de barcos en el Mediterráneo, lo que a su vez permite controlar los aspectos ambientales con el servicio Clean Sea Net. La Comisión Europea ha seguido mejorando los sistemas de ventanilla única con una nueva iniciativa nacida en el momento álgido de la pandemia, el «entorno de ventanilla única de la UE para las aduanas», que tiene como objetivo facilitar las acciones de las distintas administraciones públicas implicadas en la autorización de la entrada y salida de mercancías de la Unión.
Los puertos han entrado en un período de digitalización de todas sus operaciones y territorios. La Internet de las cosas (IoT) ha facilitado la disponibilidad de una gran cantidad de información, lo que a su vez ha permitido crear una base de conocimientos sobre la que apoyar sistemas de gestión mucho más eficientes. Los barcos se han convertido en sofisticados centros de sensores y generadores de datos, que producen y transmiten información desde cualquier lugar, a menudo en tiempo real. En paralelo, los avances en las comunicaciones por satélite están mejorando la conectividad, lo que permite aumentos masivos en los volúmenes de datos transferidos a un costo cada vez menor.
La transición de la red de transporte
Finalmente, es necesario abordar la transición de la red de transporte, sustentada en infraestructura y características físicas, que incluye barcos, trenes y camiones, y estructurada en torno a la energía y la información. Cuando hablamos de transporte en el Mediterráneo, necesitamos discutir lo que la Comisión Europea define como las Autopistas del Mar y el Short Sea Shipping. La Comisión está considerando la creación de un espacio marítimo europeo único y, en cierto modo, un espacio mediterráneo. Para el coordinador de Autopistas del Mar de la Comisión, Kurt Bodewig, el segundo pilar de los tres pilares de su estrategia destaca la necesidad de garantizar un transporte marítimo fluido mejorando la conectividad multimodal y asegurando así mejores conexiones con los corredores TEN-T y mejores conexiones con países vecinos (Comisión Europea, 2020). Este programa se puso en marcha en julio de 2020. Refleja los principios de la nueva legislatura del Parlamento Europeo, adoptada en junio de 2019, y las directrices establecidas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el programa «Green Deal», que ya está marcando la agenda de todos los países de la Unión. Es importante señalar que el sector del transporte se ha visto dramáticamente afectado por las medidas para contener la pandemia. Los trabajadores del transporte han asegurado la continuidad de los servicios en condiciones difíciles, lo que demuestra que su papel es fundamental para atender las necesidades esenciales de la población. Por extensión, el sector del transporte también será crucial para apoyar la recuperación económica posterior al COVID-19. Esto dependerá especialmente de los sectores del transporte marítimo y portuario, siendo los operadores de cruceros, transbordadores y Ro-Pax los más afectados.
El sector se enfrenta a dos retos importantes: por un lado, una evolución hacia un concepto de movilidad como servicio, que implica la gestión integral de los sistemas de información y medios de transporte orientados al servicio de la movilidad, y, por otro y siempre bajo los mismos principios, la modalidad sincronizada y la Internet física. Estos retos son dos nuevas formas de visualizar el transporte de mercancías y pasajeros en las que la digitalización y las energías limpias jugarán un papel fundamental.
Conclusiones
Las transiciones en las redes de energía, telecomunicaciones y transporte suponen un cambio disruptivo en el sector del transporte. Las empresas tendrán que reconfigurar sus estrategias porque tendrán que cambiar sus medios para adaptarse a la nueva situación y los sistemas de gestión se basarán cada vez más en la digitalización de las operaciones, con la inteligencia artificial aplicada a su día a día. Esto genera nuevas oportunidades para las empresas y la entrada de nuevos actores de diferentes mercados. Estos nuevos actores pueden tener ventajas competitivas sobre el resto, algo que ya se ha visto en otros sectores. La movilidad seguirá siendo un elemento fundamental en el desarrollo, pero se adaptará a una nueva realidad que ha surgido de la pandemia del COVID-19. Las empresas deberán reconfigurar muchos de los perfiles profesionales para adaptarlos a la nueva realidad y favorecer las nuevas competencias que se requerirán para una economía circular. Éstas son las que llamamos «Habilidades Azules». La formación para hacer frente a esta transición será un factor crucial para facilitar esa transición.
Los precios de la energía cambiarán de manera muy significativa. La energía solar cobrará protagonismo, dando una ventaja competitiva a los países con desiertos, donde el rendimiento de la energía solar es muy alto. Esta es una excelente ventaja para los países del sur del Mediterráneo. Estas fluctuaciones de precios indudablemente provocarán inestabilidad durante un período determinado.
La sostenibilidad se convierte en el motor de la recuperación económica. El desafío de construir una nueva sociedad sustentable marcará las agendas y esfuerzos de la generación post-COVID-19, mucho más abierta y consciente de los desafíos que tendremos que enfrentar.
Es demasiado pronto para saber cómo afectará el COVID-19 al transporte público. Todavía parece que la pandemia durará algún tiempo, aunque ha surgido más esperanza con las aprobaciones de emergencia de las nuevas vacunas en algunos países, lo que debería ayudar a superarla. El transporte cambiará, sobre todo, porque ya tenía que cambiar, con o sin el COVID-19. Lo hará con una movilidad respetuosa con el medio ambiente y estará más adaptado al servicio de personas y mercancías gracias a los combustibles no contaminantes y a los procesos de digitalización de la inteligencia artificial. El cambio está en el horizonte azul que tenemos por delante, así que naveguemos juntos hacia él de manera sostenible.
Bibliografía y referencias
European Commission. (2020, May). CEF support to Maritime and Motorways of the Sea. Innovation and Networks Executive Agency. Retrieved from https://ec.europa.eu/inea/sites/inea/files/cefpub/cef_transport_2020-corridor-report_maritime-mos_metadata.pdf
International Maritime Organisation (IMO). (2018, April 13). Initial IMO Strategy on Reduction of GHG Emissions from Ships. Resolution MEPC.304(72). Retrieved from: https://wwwcdn.imo.org/localresources/en/OurWork/Environment/Documents/Resolution%20MEPC.304(72)_E.pdf
Union for the Mediterranean. (2019). Concept Note: 2nd UfM Energy and Climate Business Forum, Supporting local authorities in their efforts towards the energy transition. Union for the Mediterranean Secretariat. Retrieved from https://ufmsecretariat.org/wp-content/uploads/2019/07/final-concept-note_2nd-UfM-Energy-and-Climate-Business-Forum_v25June.pdf
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