Autor:
Ignacio Biosca
Responsable de Relaciones Internacionales, Marketing Aeroportuario y Asistencia a Aerolíneas, AENA
Fecha: 29.12.2020
Lectura: 8 min.
Cómo la aviación puede jugar un papel clave en la prosperidad de un Mediterráneo post-COVID-19
Es difícil escribir un artículo sobre viajes y turismo en estos días. Estamos a solo unas semanas de terminar 2020, año en el que cesaron los viajes. En medio del COVID-19, las aerolíneas y los aeropuertos luchan por sobrevivir en la crisis más dura que la industria del transporte aéreo ha visto en toda su historia. Sin embargo, existe consenso en que, una vez que se controle la pandemia, se reanudarán los viajes y el turismo y podremos volver a disfrutar de un aspecto tan importante de nuestras vidas y, por supuesto, de nuestras economías.
Si nos remontamos a 2019, podemos hacernos una idea de la dimensión del transporte aéreo entre países del área mediterránea. Los asientos puestos a la venta por aerolíneas que volaron internacionalmente entre dos puntos de la región rondaron los 130 millones en 2019. Ciertamente, no es una cifra pequeña.
¿Cómo se logró esta cifra? Podemos tener la certeza de que el proceso de liberalización que permite mercados abiertos, en los que las aerolíneas toman decisiones sobre dónde volar en función de la rentabilidad de las rutas que operan, ha jugado un papel clave. En este sentido, la política impulsada por la Unión Europea de firmar acuerdos de cielos abiertos con sus países vecinos, ha resultado sumamente fructífera.
El Espacio Común de Aviación, diseñado para permitir una apertura gradual del mercado entre la UE y sus vecinos, ha ofrecido oportunidades para las aerolíneas y una mayor variedad de opciones para los pasajeros. Al mismo tiempo, ha permitido una convergencia regulatoria en materia de seguridad, protección, medio ambiente y otras áreas de la industria.
Un buen ejemplo de la eficacia de esta política es el acuerdo firmado entre la UE y Marruecos en 2006. El número de pasajeros que volaron entre España y Marruecos, como referencia, creció más del 50% en solo un año y, en 2019, era 4 veces superior al de 2006. Desde entonces se han firmado otros acuerdos con Jordania e Israel y se están llevando a cabo negociaciones con el Líbano y Túnez. Si el Área Común de Aviación alcanzara sus metas, podría abarcar hasta 50-55 estados y una población total de mil millones de habitantes. La oportunidad que esto brinda para el área mediterránea debe ser valorada adecuadamente por las partes interesadas en el transporte aéreo y el turismo y por los responsables políticos.
Esta oportunidad puede parecer solo una ilusión en 2020, cuando el mundo entero casi se ha detenido y los viajes y el turismo están lejos de ser una prioridad. Las autoridades sanitarias están enfocadas en el control de la pandemia y las restricciones a la movilidad son parte fundamental de la estrategia para combatirla. De hecho, en el área mediterránea, los 130 millones de asientos mencionados anteriormente, se redujeron en más de un 60% en 2020 y, dados los factores de carga extremadamente bajos experimentados este año, podemos estimar que los pasajeros son solo alrededor del 20% de los de 2019. Sin embargo, no es una ilusión.
El transporte aéreo es un elemento clave para el desarrollo de las regiones a las que sirve. Por cada millón de pasajeros, el estudio que realiza Intervistas para ACI Europa estima que se crean alrededor de 950 puestos de trabajo directos y, si contamos los indirectos e inducidos, esta cifra puede ser fácilmente 3 veces mayor (en aeropuertos entre 1 y 10 millones de unidades de trafico aéreo; para más información en aeropuertos con diferentes niveles de tráfico, consulte Intervistas: «Impacto económico de los aeropuertos europeos».). El análisis también encontró que cada aumento del 10% en la conectividad se asoció con un aumento en el PIB per cápita del 0,5%. El transporte aéreo es un claro catalizador del crecimiento económico. Pero, aunque es extremadamente importante, no solo cuenta la economía. El transporte aéreo también entrelaza vínculos culturales y aporta entendimiento entre regiones y sociedades, que es la base de un desarrollo pacífico y sostenible, con el efecto directo que esto tiene en la vida de sus ciudadanos. Solo con una política adecuada y equilibrada que abra paulatinamente el mercado, sembraremos las plantas que eventualmente nos permitan cosechar el fruto de una zona mediterránea desarrollada y pacífica.
¿Cuáles son los motores del crecimiento y la prosperidad en nuestra región en una era posterior al COVID-19?
Siendo del Mediterráneo, estoy seguro de que todos conocemos los ingredientes básicos de nuestra antigua tradición agrícola. Trigo, vid, aceitunas. Permítanme usar esta metáfora para describir cómo podemos usar el sector del transporte aéreo para desarrollar nuestra tierra.
Primero, necesitamos una tierra fértil. En nuestro sector, una tierra fértil significa un destino atractivo. Nadie duda de que el Mediterráneo, desde Grecia o Turquía hasta España, desde Croacia o Albania hasta Marruecos o Egipto, e incluyendo al resto de países de la región, es privilegiado. Clima templado, increíbles sitios culturales que muestran el nacimiento de la civilización humana y una rica gastronomía son los elementos esenciales de un destino de gran atractivo. No solo tenemos una tierra extremadamente fértil, sino también las semillas adecuadas listas para ser plantadas.
Sin embargo, tenemos trabajo por hacer. No podemos simplemente sentarnos y esperar a que esta tierra fértil nos dé el fruto que puede desarrollar. Tenemos que arar la tierra. La inversión en infraestructura, hoteles buenos y de precio competitivo, y altos estándares de seguridad y protección son esenciales para construir un destino al que los pasajeros y turistas estén dispuestos a viajar. Y también aeropuertos eficientes, desde el punto de vista operativo y económico para las aerolíneas. Toda esta infraestructura y condiciones combinadas permiten el siguiente paso: preparar el suelo con minerales y nutrientes.
Una vez que tenemos el terreno en las condiciones adecuadas, es necesario aportar los nutrientes adecuados y regar el suelo. En el sector del transporte aéreo, la combinación de nutrientes y agua se presenta en forma de mercado abierto. Los acuerdos de cielos abiertos permiten a las aerolíneas desarrollar adecuadamente su actividad de manera saludable y sostenible. Como se mencionó anteriormente, la política que impulsa la Unión Europea en su Área Común de Aviación, permite la apertura del mercado y la convergencia regulatoria, lo que da confianza a las aerolíneas para explorar y desarrollar nuevas rutas. Nuevas rutas que permiten a los pasajeros volar y descubrir destinos, con el correspondiente beneficio para las regiones que visitan.
Con nuestra tierra fértil, las semillas debidamente plantadas y los nutrientes y el agua de un mercado abierto, estaremos listos para recolectar los resultados de la cosecha y llevarlos al mercado.
Como en cualquier mercado, en el sector del transporte aéreo, tienes que vender tu producto. Los aeropuertos y los destinos juegan un papel clave en la “venta del destino” a las aerolíneas y los operadores turísticos. La mejor forma de hacerlo es uniendo esfuerzos y coordinando mensajes. Los operadores de aeropuertos y las autoridades de turismo, ambos, tienen la información adecuada para convencer a una aerolínea, o un operador turístico, de que, si vuelan a su región, el resultado desde el punto de vista económico será positivo. Y no solo positivo, sino también más rentable que las opciones alternativas. Una forma de trabajar juntos es creando los llamados “Comités de Desarrollo de Rutas” (RDC). En estos Comités, autoridades de turismo, ayuntamientos, cámaras de comercio y aeropuertos, cada uno en el ámbito de su competencia, ofrecen información de mercado, promoción e incentivos en un paquete conjunto que facilita el proceso de toma de decisiones por parte de las aerolíneas. El RDC creado en Barcelona es un buen ejemplo y un referente de este tipo de planteamientos.
Los eventos de aviación, como Rutas, o de Turismo, como World Travel Market o Fitur, son los indicados para que estos RDC se reúnan con las aerolíneas y ofrezcan los productos de su cosecha. No se diferencian demasiado de los antiguos mercados en los que se vendía pan, vino o aceite de oliva en las distintas ciudades del litoral mediterráneo. La inteligencia de mercado con casos de negocio personalizados y detallados, incentivos y propuestas de promoción se explican en detalle y se intercambian con los desarrolladores de red de las aerolíneas, para finalmente poder celebrar la apertura de una nueva ruta. La paciencia y la coherencia también son elementos esenciales de este mercado, ya que el proceso de toma de decisiones en el sector del transporte aéreo puede llevar largos períodos. No muy diferente de la sabia estrategia de los agricultores de nuestros países.
El camino hacia el futuro
Sin embargo, el plan, como se explicó anteriormente, es fácil de redactar, pero difícil de lograr. Tenemos desafíos sumamente relevantes que superar. La economía en el área mediterránea, como en el resto del mundo, se verá seriamente dañada por el COVID-19. Queda por ver en qué medida mejorará la evolución de la pandemia con las vacunas disponibles a partir de principios de 2021 y el ritmo de recuperación de la economía. Los expertos en salud coinciden en que en 2021 la combinación del proceso de vacunación, el desarrollo de pruebas nuevas y más precisas, el descubrimiento de un tratamiento temprano y la evolución natural del virus dará como resultado una disminución significativa de la pandemia. Por otro lado, hemos visto que cuando se eliminan las restricciones de movilidad, la demanda de viajes se recupera extraordinariamente rápido. Es la naturaleza humana. Todos queremos estar cerca de nuestros seres queridos y disfrutar de unos días bajo el sol y cerca del mar. Y todos queremos saber más de nuestra cultura milenaria, las pirámides, los anfiteatros, la música, la arquitectura, la gastronomía… Tenemos mucho de esto en el Mediterráneo. Por tanto, los viajes y el turismo se recuperarán. No hay duda de ello.
En cualquier caso, es cierto que el COVID-19 cambiará el mundo, incluso una vez que la pandemia esté controlada. Tenemos que ser conscientes de los desafíos y aprender las lecciones que nos ha traído. La sostenibilidad ya es, pero será aún más en el futuro, la columna vertebral de cualquier estrategia en la industria del transporte aéreo. Esto es especialmente cierto en el Mediterráneo, un mar que está sufriendo las consecuencias del cambio climático y las emisiones de CO2, con la desaparición de sus corales y posidonia, o las especies tropicales invasoras que colonizan nuestras costas. Por lo tanto, el uso de combustibles de aviación sostenibles e hidrógeno y un diseño de navegación aérea más eficiente son elementos clave para lograr el compromiso con las cero emisiones netas de CO2 en la aviación europea en 2050. La aviación, en el futuro, ¿será o no será sostenible?
Otro desafío relevante en la hoja de ruta para el desarrollo de la región es el proceso de digitalización. Ciertamente, el mundo ya es digital. Nuestros smartphones cada día pueden hacer más y más cosas y la decisión de comprar un billete de avión o hacer una reserva de hotel, después de haber buscado qué hacer o la calidad de las playas en un destino en particular, no es una excepción. Hoteles, parques naturales, sitios históricos, centros de buceo, museos, todos forman parte de la experiencia potencial de un turista. Para que esta experiencia potencial sea real, paradójicamente, tienen que ser digitales.
Por otro lado, en el mercado que es la industria de la aviación, resulta fundamental preparar los casos de negocios con la información más precisa y personalizada posible, para permitir que las aerolíneas tomen las decisiones correctas. Las herramientas de búsqueda de viajes por Internet, la utilización de tarjetas de crédito, la itinerancia de teléfonos móviles son solo algunos ejemplos del tipo de información que las aerolíneas necesitan para finalmente estar en condiciones de decidir la apertura de una nueva ruta. Otro ejemplo de lo importante que es contar con herramientas digitales de última generación.
Por último, la seguridad y la protección son aspectos sin los cuales los viajes y el turismo simplemente no existen. Desafortunadamente, lo estamos experimentando estos días. La industria de viajes ya cuenta con estándares de seguridad y protección muy exigentes, y los está adaptando continuamente a los nuevos desafíos. La seguridad, con todas sus diferentes perspectivas y ahora, especialmente, la relacionada con la salud, es un requisito previo para cualquier viaje. Lo mismo ocurre con la seguridad. Somos conscientes de lo frágil que puede ser la demanda hacia un destino si no se garantiza la seguridad. Por lo tanto, asignar los recursos adecuados a la seguridad es una inversión que no se puede subestimar para lograr el retorno esperado por medio de la demanda de viajes. Y después de las medidas relacionadas con la protección de la salud del COVID-19 durante los vuelos y en los aeropuertos, o posteriormente en hoteles, complejos turísticos, teatros o museos, se han convertido en una prioridad para garantizar una experiencia de viaje segura. No es difícil prever que seguirán siéndolo en el futuro.
Conclusiones
Permítanme terminar estas líneas diciendo que el tráfico de larga distancia será más desafiante en los próximos años. Los pasajeros buscarán viajes más cortos a lugares en los que sea más fácil regresar a casa si fuera necesario. En este entorno el área mediterránea tiene la oportunidad de ofrecer, dentro de la región y en el conjunto de Europa, todo su potencial.
El Espacio Común de Aviación que impulsa la UE, con sus acuerdos de cielos comunes y su armonización regulatoria que aporta certeza a pasajeros y aerolíneas, puede ser el camino hacia un desarrollo sostenible del Mediterráneo y una de las herramientas para fortalecer los vínculos entre los países que comparten una región tan privilegiada. Siguiendo este camino, estoy convencido de que más temprano que tarde, volveremos a ver esos 130 millones de asientos ofrecidos para que los viajeros visiten a sus seres queridos, o se enriquezcan descubriendo una cultura diferente. Además, estoy convencido de que esta cifra puede crecer significativamente con los resultados positivos que supone para el empleo y la economía, y, por tanto, para las personas de toda la zona mediterránea.
No hay nada más común y cercano a nosotros en el Mediterráneo que el pan, el vino y el aceite de oliva. Trabajemos juntos como si fuéramos agricultores.
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