Autor:
Centro de Estudios del Transporte para el Mediterráneo Occidental (CETMO)
Fecha: 07.10.2021
Lectura: 8 min.
Antecedentes
El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró que el Covid-19 era una pandemia. Su impacto en la actividad económica y social fue evidente desde el principio. El COVID-19 provocó una contracción mundial del 3,5% del PIB real en 2020, según datos del Banco Mundial. La caída del PIB real en las regiones de Oriente Medio y Norte de África (MENA) y de la Unión Europea (UE) se estimó en un 3,9% y un 6,6% respectivamente, marcado por el descenso en el segundo trimestre de 2020, con un 6,6% y un 14,6% respectivamente.
Marcado por las restricciones de movilidad, el sector del transporte y la logística no fue ajeno al impacto de la crisis sanitaria. A pesar de la contribución de los diferentes modos de transporte para garantizar la distribución de bienes esenciales, como alimentos y suministros médicos, el descenso de la actividad fue un hecho. En concreto, la IRU estimó que, en comparación con 2019, en 2020 se produjo un descenso del 18% (679.000 millones de dólares) en el transporte mundial de mercancías por carretera. En cuanto al transporte ferroviario, la UIC estimó que los volúmenes de pasajeros disminuyeron aproximadamente un 80% para todos los servicios ferroviarios nacionales y casi un 100% para los servicios ferroviarios internacionales de pasajeros durante los cierres. Sin embargo, en el caso de las operaciones de carga, los volúmenes se vieron afectados con una pérdida media estimada de entre el 10 y el 15% para la mayoría de los operadores. En lo que respecta al transporte marítimo, la UNCTAD estimó que el comercio mundial de mercancías disminuyó un 20% en 2020, influido por la contracción del 27% en el segundo trimestre. Por último, en lo que respecta al transporte aéreo mundial, la ACI y la OACI estimaron que el tráfico internacional de pasajeros cayó un 74% (una reducción de 1.376 millones de pasajeros) en 2020 en comparación con 2019, lo que equivale a una pérdida de 250.000 millones de dólares de los ingresos brutos de explotación de las compañías aéreas. El tráfico nacional de pasajeros, cayó un 50% (una reducción de 1.323 millones de pasajeros) en 2020, lo que representa una pérdida de 120.000 millones de dólares de ingresos brutos de explotación de las aerolíneas.
Aunque la cuantificación del impacto de la pandemia se refleja claramente en las estadísticas; los confinamientos domiciliarios de la población, el cierre de las fronteras, la interrupción de las cadenas de valor, la definición de corredores prioritarios de transporte de mercancías esenciales y la cancelación de vuelos y cruceros mostraron la magnitud del impacto durante las primeras etapas de la crisis de COVID-19. Con esta perspectiva, el CETMO y el IEMed decidieron ponerse en contacto con expertos en transporte y logística para abrir una reflexión a través de artículos cortos sobre cómo podría afectar la pandemia al futuro del sector. El resultado es la iniciativa: «El transporte y la logística mediterráneos en la era post-COVID-19: perspectivas y oportunidades».
Los artículos redactados por expertos de diferentes partes del Mediterráneo e instituciones internacionales han servido para intercambiar opiniones sobre las tendencias del sector y el futuro de los diferentes modos de transporte en la región, logrando una socialización de conocimientos y retos enfocados a la realidad mediterránea.
COVID-19, un acelerador de tendencias
COVID-19 ha acelerado el desarrollo de tendencias regionales y globales que ya eran evidentes antes del inicio de la pandemia, al tiempo que nos permiten sacar conclusiones sobre esta iniciativa. Esto se refiere principalmente al aumento de los procesos de reshoring y nearshoring, la Cuarta revolución industrial y el aumento de la resiliencia de las cadenas de valor.
La primera tendencia es el aumento de los procesos de reshoring y nearshoring. La tendencia de deslocalización de algunas empresas de los países desarrollados en busca de mano de obra barata, que se produce desde los años 80 del siglo XX, ha ido perdiendo adeptos en los últimos tiempos como consecuencia de las guerras comerciales entre países, la visualización de la alta dependencia de las cadenas de valor de países como China, la crisis financiera iniciada en 2008 o la aparición de disrupciones regionales o globales que pueden poner en peligro el buen funcionamiento de las cadenas de valor globales. Bajo estas premisas, los procesos de reshoring (relocalización de la producción al país de origen) y nearshoring (acercamiento de la producción al país de origen) han ido en aumento en los últimos años, facilitando el control de la producción, reduciendo los costes de transporte y ganando agilidad ante las disrupciones en las cadenas de valor. La crisis del COVID-19 ha sido un ejemplo de disrupción, interrumpiendo y desequilibrando el funcionamiento de las cadenas de valor globales, lo que ha llevado a algunas de ellas a buscar alternativas más cercanas, teóricamente menos frágiles.
Estos procesos de nearshoring son de especial interés en la región mediterránea, ya que refuerzan las relaciones comerciales entre los territorios de la región y fomentan la mejora de la conectividad entre ambas orillas, promoviendo la integración regional. Además, también se produce un impacto en el país que acoge a las empresas, contribuyendo a su desarrollo. Pero en una visión a largo plazo, se debe proporcionar un buen entorno empresarial y una logística eficiente para atraer y retener a las empresas potenciales.
En segundo lugar, la Cuarta revolución industrial. Aunque popularmente se denomina digitalización, la Cuarta revolución industrial se basa en la integración y el aprovechamiento mutuo de las tecnologías existentes para ganar en productividad y transparencia, así como para mejorar los productos con capacidades digitales y la gestión de activos, entre otros. Son tecnologías facilitadoras clave, que pueden adoptarse y aprobarse progresivamente, dada su escalabilidad. El sector del transporte y la logística puede aprovechar la experiencia de otros sectores para adoptar selectivamente estas nuevas tecnologías y conseguir beneficios sustanciales, sin los riesgos que transmitían los cambios tecnológicos del pasado. La necesidad de reanudar la actividad laboral y económica tras la primera oleada de la pandemia, garantizando la seguridad de la población, ayudó a visualizar el alto potencial de aplicación y desarrollo de estas tecnologías en los diferentes sectores de actividad.
Las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, con un impacto potencial en el transporte y la logística, son: la inteligencia artificial (aprovechando el análisis del Big Data); la robótica y la automatización; el Internet de las Cosas (IoT); los vehículos autónomos y los drones; la realidad aumentada y virtual; la impresión 3D industrial; las plataformas digitales y el blockchain, entre otras. Como ejemplo, se puede lograr una mayor conectividad y visibilidad de la cadena de valor mediante una combinación de IoT, la computación en la nube y la inteligencia artificial.
La última tendencia es el aumento de la resiliencia de las cadenas de valor. El COVID-19 ha tenido un gran impacto en las cadenas de valor mundiales. El cierre temporal de centros de producción y la interrupción de los servicios de transporte marítimo, terrestre y aéreo no asociados a productos de primera necesidad perturbaron el funcionamiento de las cadenas de valor. Las diferentes velocidades de recuperación en todo el mundo y los cambios en los patrones de consumo relacionados con el comercio electrónico y el aumento de inventario en previsión de nuevas oleadas de la pandemia contribuyeron a aumentar los flujos comerciales. Pero este crecimiento inesperado también implicó cambios en el funcionamiento de las cadenas de valor con respecto al periodo prepandémico, como el aumento de los precios de los fletes de los contenedores. Esta perturbación debida al COVID-19 y las alteraciones posteriores han hecho que el concepto de resiliencia gane protagonismo.
Esta resiliencia está vinculada a la sostenibilidad. El cambio climático y sus efectos tendrán un gran impacto en la resiliencia de las cadenas de valor. La sostenibilidad era el principal reto del sector del transporte y la logística antes de la crisis sanitaria, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París por el Clima. La crisis del COVID-19 ha servido para redoblar los esfuerzos y el compromiso de las instituciones. En este sentido, la Comisión Europea, en el marco del Pacto Verde Europeo y de acuerdo con la Ley del Clima de la UE de 14 de julio de 2021, tiene como objetivo reducir sus emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55% respecto a los niveles de 1990. El transporte desempeña un papel relevante en esta reducción.
Compromiso con una conectividad de transporte optimizada
Las tendencias anteriores ofrecen un marco que, cruzado con las reflexiones de los diferentes expertos participantes en esta iniciativa, permite visualizar algunas ideas clave para el sector del transporte y la logística en un escenario a medio y largo plazo.
Se trata de aprovechar el impulso y apostar por la región. El impacto del COVID-19 plantea un escenario de cambio y aceleración de tendencias como la Cuarta revolución industrial y la sostenibilidad. Es necesario creer en su potencial y, ante todo, invertir en sus infraestructuras de transporte para eliminar los cuellos de botella, especialmente en la ribera sur, que dificultan la conectividad mediterránea, fomentando el desarrollo de las cadenas de valor África-Europa. Será de gran ayuda para consolidar los procesos de nearshoring y aumentar la resiliencia de las cadenas de valor. Siguiendo el ejemplo de la Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) de la Unión Europea y sus corredores prioritarios, el ejercicio de planificación e identificación de infraestructuras en la ribera sur ya está hecho, bien sea la Red Multimodal de Infraestructuras de Transporte del GTMO 5+5 (aprobada y centrada en los países del Magreb) con su corredor transmagrebí a la cabeza o la Red Transmediterránea de Transporte (RTM-T) (pendiente de aprobación y centrada en la ribera sur del Mediterráneo). Lo que queda por hacer es un compromiso firme para su ejecución y financiación.
Una segunda conclusión es la visualización de los puertos como elementos clave de esta red regional. Son la principal puerta de entrada y salida de mercancías de la región, pero también son el principal modo de conexión entre los territorios de la región. Por ello, es necesario fomentar el desarrollo de conexiones marítimas intrarregionales eficientes que contribuyan a fortalecer los flujos comerciales intrarregionales, impulsando las autopistas del mar. Sin embargo, es necesario mirar hacia el interior y asegurar una buena conexión con su comunidad portuaria, promoviendo la multimodalidad. Son puntos clave para fomentar el nearshoring. Los puertos son el punto de encuentro entre el transporte terrestre y el marítimo.
Además de la conectividad física, la conectividad digital y las herramientas relacionadas con la Cuarta revolución industrial han ganado protagonismo. Han llegado para quedarse. La crisis sanitaria y las correspondientes medidas de protección adoptadas han puesto de manifiesto cómo la aplicación de determinadas tecnologías puede contribuir a la seguridad, fiabilidad, solidez, transparencia y sostenibilidad de las cadenas de valor y las redes de transporte. Así, su resiliencia también mejorará. Esto incluye el uso de tecnologías como: el IoT o la IA; la desmaterialización de los documentos de transporte; la cooperación y la confianza entre los actores, entre otros. Aplicable a los diferentes modos de transporte, la adopción de soluciones tecnológicas interoperables en todo el territorio es un valor añadido para la integración y el funcionamiento eficiente de las redes de transporte.
La armonización de la normativa se aplica también a todos los modos de transporte, tanto para el transporte de pasajeros como de mercancías. Es la principal herramienta para facilitar el transporte, garantizando el buen funcionamiento de la red de transporte y beneficiando la resiliencia de las cadenas de valor, pero es también una herramienta para mejorar los sistemas de transporte. La armonización ha sido un tema recurrente desde el inicio de la cooperación regional en materia de transporte, liderada por la UNECE y reforzada posteriormente con proyectos de asistencia técnica lanzados por la CE. La adopción de convenios internacionales en el ámbito del transporte representa el primer paso hacia un funcionamiento homogéneo basado en el uso de normas específicas. Sin armonización no se podría hablar de liberalización del transporte aéreo ni de un transporte transfronterizo por carretera eficaz.
La última de las conclusiones a destacar es el papel de la descarbonización del transporte para conseguir una red de transporte sostenible. A pesar del impacto negativo del COVID-19, la pandemia ofreció la oportunidad de visualizar cómo sería vivir en un entorno más pacificado, con menos emisiones de GEI y menos contaminación acústica. Esta imagen representa una motivación adicional en el compromiso del sector con el futuro del planeta. En este sentido, la sostenibilidad es uno de los requisitos en la recuperación económica post-COVID-19 y, en el caso del transporte, se traduce en la apuesta por medios de transporte menos contaminantes como el ferrocarril, el apoyo a la multimodalidad para optimizar las rutas de transporte y fomentar la colaboración entre modos, la promoción del transporte urbano como eje de una movilidad urbana más sostenible… Pero la sostenibilidad en el transporte también debe ir asociada a la transición hacia sistemas energéticos más sostenibles y con bajas emisiones en carbono, trabajando para obtener una red energética verde que dé soporte a la red de transporte.
Reflexiones finales
En definitiva, la visión del sector del transporte y la logística en el Mediterráneo occidental en una era post-COVID-19 se refiere a una conectividad de transporte optimizada, con los puertos como columna vertebral de la red de transporte multimodal, gracias a su contribución al desarrollo económico. Una red que refuerza los vínculos entre los diferentes modos de transporte y la conectividad entre los territorios de la región, especialmente entre las dos orillas del Mediterráneo. Además, gracias a esta conectividad y a los procesos de armonización, favorece la integración regional. Por último, el uso de herramientas y tecnologías digitales contribuye a la optimización y sostenibilidad de la red y a la coordinación y cooperación entre sus actores.
The initiative “Mediterranean transport and logistics in a post-COVID-19 era: prospects and opportunities” aimed to build region developing a collective knowledge from contributions of international institutions and experts from the region.
This process of research, reflection and socialization has highlighted the situation of transformation that is experiencing the transport and logistics sector, accelerated by the COVID-19. This transformation is still alive and that will need to be followed closely to take advantage of the opportunities that may arise to build a more sustainable, safe, accessible and connected transport system.
In the meantime, we must take the opportunity to continue working together, generating and sharing knowledge, establishing dialogues on the priorities of the region and identifying common visions and strategies.
Referencias
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